Monseñor Guillermo Vera, obispo de Rancagua, destacó en su homilía la importancia de reconocer nuestra pobreza espiritual y confiar en el Señor. Al término de la Eucaristía, valoró la tradición centenaria de la diócesis y llamó a rezar por Monseñor Alejandro Goic. El rector del Santuario, padre Juan Carlos Farías, agradeció la masiva participación e invitó a vivir la devoción con gestos solidarios.
Con profunda emoción y gratitud, Monseñor Guillermo Vera presidió la Misa central de la festividad de Santa Rosa de Lima en el Santuario de Pelequén. En su homilía recordó que el peregrino es aquel que se reconoce pobre y necesitado de Dios, y que en ese caminar encuentra el consuelo y la misericordia del Señor. “El que peregrina a un santuario es pobre y sencillo. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Cada 30 de agosto tenemos la oportunidad de sacar brillo al tesoro de nuestra fe, de rezar juntos y de alegrarnos como pueblo de Dios”, expresó.
Tras la Eucaristía, Monseñor Vera subrayó la importancia de la tradición religiosa de la diócesis de Rancagua, que este año celebra su centenario. “Somos herederos de una fe y de una religiosidad que debemos cuidar y transmitir a las nuevas generaciones. Hace 450 años se plantó la cruz de Cristo en esta zona, y hoy seguimos caminando en esa misma esperanza”, señaló. Además, invitó a rezar por la salud de Monseñor Alejandro Goic, obispo emérito de Rancagua, quien se encuentra hospitalizado. “Confiamos en que saldrá adelante. Los invito a todos a unirse en oración por él”, pidió el pastor diocesano.
El rector del Santuario, padre Juan Carlos Farías, destacó la masiva asistencia de fieles y la participación activa en la liturgia, marcada por expresiones de fe y cultura popular. “Quedamos muy contentos con la presencia de tantos peregrinos y con el aporte del conjunto Cantar Palmillano, que nos regaló una hermosa muestra de chilenidad. Es una fiesta original, llena de vida y de fe”, indicó.
Asimismo, reiteró su llamado a transformar las mandas en gestos solidarios: “Cambie las velas y las flores por alimentos para los pobres. Santa Rosa no encendía velas, compartía lo poco que tenía con quienes más lo necesitaban. Esa es la verdadera devoción”. Finalmente, invitó a los peregrinos a no concentrar toda su visita solo el 30 de agosto: “La manda no se pone añeja. Puede venir en cualquier momento del año, junto a su familia, y también recibir la indulgencia. Lo importante es vivir esta devoción con fe y con amor”.
De este modo, la festividad de Santa Rosa de Lima volvió a reunir a miles de fieles en un encuentro marcado por la oración, la tradición y la solidaridad.